viernes, 31 de octubre de 2014

El nombre del viento

Es el primer libro de una trilogía que narra las aventuras de Kvothe, y que es mas o menos una biografía, yendo desde su infancia hasta su edad adulta. se encuentra situado en un mundo medieval fantástico, en el que existe magia y criaturas fantásticas. Kvothe trata de aprender magia para poder vengar el asesinato de sus padres, yendo a la universidad, que era un centro del saber. A pesar de que es una historia muy interesante a mí para esto me parecen más importantes las ideas filosóficas que aparecen y el cómo pueden relacionarse con Platón.
Por ejemplo, para poder hacer magia hay que conocer los nombres de las cosas, que es lo que quiere aprender Kvothe, en concreto el nombre del viento (de ahí el título), unos nombres que son la esencia de las cosas, algo que se puede relacionar fácilmente con las ideas de Platón, del mismo modo que para Platón la idea es la esencia de una cosa, lo que hace de ella lo que es, aquí el nombre es la esencia de la cosa y conociéndolo se puede controlar esa cosa. Incluso podemos ver algunas metáforas para explicar la relación entre el nombre y la cosa que son muy similares a la noción de imitación que nos da Platón para relacionar cosas e ideas.
Otra cosa que tiene esta trilogía en común con Platón es el contexto, del mismo modo que Platón vivía en una Atenas decadente controlada por políticos de inspiración sofista, que no poseían verdadero conocimiento, en el mundo de Kvothe antes muchos conocían los nombres de las cosas, que se suponía que era el objetivo de todos los que sabían  magia, ahora ese conocimiento ha ido desapareciendo y ya no se valora, incluso en la Universidad se valoran más otras disciplinas que, aunque "mágicas" no suponen el mismo tipo de conocimiento. No solo eso sino que algunos que han estudiado los nombres se han vuelto locos porque su mente no podía aceptar esa realidad, y otros, a pesar de no estar locos se comportan de forma extraña y aparentemente sin sentido. Esto también se puede relacionar con Platón, particularmente con el mito de la caverna. Del mismo modo que los prisioneros no hacen caso al prisionero liberado y se burlan de él, los habitantes de la Universidad que desconocen los nombres se burlan de los que sí los conocen y se comportan de un modo incomprensible para ellos porque han contemplado la esencia de las cosas y poseen el verdadero conocimiento de ellas.
También hay un pueblo, los Adem, que son una especie de nación y en el que se pueden encontrar muchas relaciones con Platón. Los Adem son mercenarios, pero no en el sentido estricto de la palabra, ya que tienen algo llamado el Lethani, que básicamente consiste en hacer lo que es correcto, pero entendido de forma muy filosófica, dado que es algo que desarrollan mediante el diálogo, haciéndose preguntas unos a otros y dejando que su mente encuentre las respuestas, es decir, dejando que su alma recuerde. Esto también lo podemos relacionar con Platón, con el arte de la dialéctica y la idea de Bien.
Es decir, que se centran en actuar de forma correcta pero no buscando su propio bien sino el bien común. Esto también podemos relacionarlo con la máxima platónica de aprender es recordar, ya que consiste en llevar la mente a un estado de meditación, que esté relajada y dejar como que responda sola,  hablando en términos platónicos, que recuerde aquello que conocía cuando formaba parte del mundo de las ideas.
Otra cosa curiosa que tienen estos personajes es que en ellos parece cumplirse parte del estado ideal de Platón ya que sus líderes son los que mejor conocen el Lethani, es decir, los que mejor conocen la idea de Bien, pero no solo eso ya que hay guerreros, que serían los que trabajan como mercenarios para llevar dinero a la nación, y que se corresponderían a los guardianes, y gente que trabaja en los oficios normales, que se corresponderían a los productores y ambos grupos deben conocer el Lethani.
En definitiva, es impresionante el impacto que la filosofía platónica ha tenido en nuestro pensamiento, ya que su influencia todavía se deja notar.